Bogotá sigue siendo testigo de hechos de violencia que ponen en riesgo tanto a la ciudadanía como a quienes velan por su seguridad. El caso de la patrullera Luz Marina Cristancho, quien fue brutalmente golpeada mientras atendía un caso de violencia de género en la localidad de Suba, es un ejemplo alarmante de la agresividad que enfrentan las autoridades y las mujeres en general.
El pasado 23 de febrero de 2025, la uniformada se encontraba patrullando cuando fue abordada por una mujer que pedía auxilio, pues estaba siendo violentada por un hombre. Al intentar socorrerla y calmar la situación, Cristancho fue agredida, en cuestión de segundos, un individuo se abalanzó contra la patrullera, propinándole una brutal golpiza que la dejó en el suelo, desorientada y adolorida.
Violencia contra las mujeres: un problema estructural
El caso de la patrullera no solo es un ataque contra la autoridad, sino también un reflejo de la violencia sistemática que enfrentan las mujeres. La patrullera describió cómo la víctima inicial del ataque la abordó con terror, buscando protección, y cómo, segundos después, ella misma sufrió el mismo tipo de violencia que intentaba prevenir. Este episodio deja en evidencia que el temor y la impunidad siguen siendo factores que impiden que muchas mujeres denuncien a sus agresores.
A pesar de la golpiza, Cristancho y su equipo lograron identificar al responsable y proceder con su captura, aunque el proceso fue extenso, con más de 30 horas para interponer le deuncia, diligencias legales y revisiones médicas. La patrullera, visiblemente afectada, destacó que el golpe que más le perjudicó fue una patada, lo que requirió exámenes y ecografías para evaluar los daños.
El llamado a la denuncia y la acción ciudadana
Cristancho aprovechó para hacer un llamado a la mujer que fue atacada inicialmente a que interponga la denuncia. «No permita que este caso quede impune. Yo sentí el mismo miedo que usted sintió, pero hay que hablar, hay que denunciar», expresó la patrullera. Su testimonio refuerza la necesidad de generar conciencia sobre la violencia de género y la importancia de que las víctimas se acerquen a las autoridades para buscar protección y justicia.
El ataque a la patrullera Luz Marina Cristancho es un recordatorio de los peligros que enfrentan quienes dedican su vida a proteger a la comunidad y de la urgencia de tomar medidas más firmes contra la violencia hacia las mujeres. La seguridad y la justicia deben ser una responsabilidad compartida, donde tanto las autoridades como la sociedad trabajen juntas para erradicar estas agresiones y garantizar que ninguna mujer, uniformada o civil, tenga que vivir con miedo.
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