¡Bailar protege nuestro cerebro!
La hipótesis impulsada por Sócrates y respaldada por los neurocientíficos asegura que al realizar esta actividad física no solo se incrementar la felicidad sino que se fortalece nuestro cerebro. Las investigaciones que giran entorno al baile y su influencia como una red de protección mental indican que al realizarlo se conservan las funciones cognitivas en la percepción de mundo. Por ese la invitación para que todos le pongamos ritmo a nuestra vida.
Sócrates, el maestro de la dialéctica, solía bailar solo y animaba a todos a seguir su ejemplo. “El entrenamiento musical es un instrumento más potente que cualquier otro, porque el ritmo y la armonía se abren camino hacia los lugares interiores del alma (…) y también porque quien ha recibido esta verdadera educación del ser interior percibirá con mayor astucia omisiones o fallas en el arte y la naturaleza”, escribió.
Hoy la ciencia confirma que bailar no solo es un excelente ejercicio físico sino que también es beneficioso para el equilibrio psicológico. Sabemos que el baile estimula la producción de serotonina, la cual nos ayuda a reducir el estrés y provoca una agradable sensación de bienestar y relajación. Por eso, no hay dudas de que bailar nos hace más felices. Sin embargo, lo que no sabíamos era que el baile actúa como una red de protección para nuestro cerebro ayudándonos a conservar las funciones cognitivas.
Investigación científica
Un estudio muy interesante realizado en el Albert Einstein College of Medicine comprobó por primera vez el enorme impacto que tiene el baile en la salud de nuestro cerebro. Los investigadores analizaron a 469 adultos mayores durante un periodo de 5 años para descubrir cómo sus actividades físicas o recreativas influían en su agudeza mental.
Analizaron actividades cognitivas como leer libros, escribir por placer, hacer crucigramas, jugar a las cartas y tocar instrumentos musicales. También analizaron el impacto de las actividades físicas como jugar al tenis o al golf, nadar, ir en bici, bailar, caminar y encargarse de las tareas domésticas.
Descubrieron que algunas actividades no marcaban ninguna diferencia, pero otras parecían proteger del declive cognitivo. La lectura disminuía en un 35% el riesgo de padecer demencia y hacer crucigramas al menos 4 días a la semana reducía ese riesgo en un 47%.
Sin embargo, las actividades físicas no brindaban ninguna protección especial, a excepción de una: bailar. Los ancianos que bailaban con frecuencia tenían un 76% menos de probabilidades de padecer demencia y conservaban mejor sus funciones cognitivas.
Otro estudio más reciente llevado a cabo en la Universidad de Magdeburg profundizó en los efectos del baile a nivel cerebral. En esta ocasión los neurocientíficos trabajaron con 52 adultos mayores, la mitad de ellos fueron asignados a un grupo de danza y la otra mitad hizo ejercicio físico.
Al cabo de 1 año y medio, en las personas que bailaban se constató un mayor incremento del volumen del hipocampo, la región del cerebro relacionada con el aprendizaje y la memoria. Sin embargo, lo más sorprendente fue que también se habían producido cambios importantes en el subículo, una mejoría que no se apreció en quienes se limitaban a hacer ejercicio físico.
El subículo es un área del hipocampo relacionada con la memoria operativa, que es una de las que primero se daña en las demencias y desde donde parten proyecciones hacia la corteza prefrontal y la amígdala, de manera que es vital para controlar nuestras emociones y tomar decisiones racionales.
Fuente: El rincón de la psicología
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