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Empleo, realidad de la Economía Popular versus Desempleo e Informalidad

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Han transcurrido setenta y cuatro (74) días del presente año 2023, y los colombianos y los bogotanos se han compenetrado con una palabra que ha sido la nota predominante en los medios de comunicación y la opinión pública. REFORMA.

Reformas y más reformas son las que se vienen planteando a través de sendos proyectos de ley que han venido siendo radicados ante el Congreso de la República, escenario que se convierte, nuevamente, en el epicentro que define el futuro económico, social, político y jurídico de los colombianos en el presente año.

Reforma Tributaria, reforma a la justicia, reforma a la salud y ahora se avecina la presentación en las próximas horas de la reforma laboral, cuya expectativa es grande por el contenido del proyecto, el cual ha sido ofrecido por el Gobierno Nacional como la gran transformación en materia de contratación laboral y el reencuentro con antiguos beneficios para los trabajadores, los cuales fueron extinguidos en la última reforma del gobierno del otrora presidente Álvaro Uribe Vélez, más conocida como la Ley 789 de 2002, de la cual fui ponente en mi condición de congresista integrante de la Comisión Séptima de la Cámara, me opuse a la eliminación de dichos beneficios para los trabajadores y presenté ponencia negativa a este proyecto convertido en ley posteriormente.

Igualdad de oportunidades para cualquier trabajador del sector público o privado, protección al empleado a través del derecho individual del trabajo y garantías para la asociación sindical, negociación colectiva y huelgas son los principios fundamentales de este proyecto de reforma laboral que trae un paquete importante propuestas que retoman derechos laborales perdidos desde hace dos décadas.

A pesar de que no existe un proyecto de ley oficial, el cual será presentado con “bombos y platillo”, tal y como ha sucedido con anteriores proyectos, por el Presidente Gustavo Petro, ya se deja entrever lo que será su contenido, el cual, teniendo en cuenta los pormenores de su contenido divulgado por la ministra de Trabajo, ofrece importantes beneficios para los trabajadores en temas como jornada nocturna, recargo por trabajo dominical, indemnización por despido sin justa causa y contrato de aprendizaje.

Quizá la “almendra” de esta iniciativa se centra en el favorecimiento de la contratación laboral a término indefinido, desestimulando la contratación por prestación de servicios, tema que dará para alquilar balcón en su debate y donde surgirá un gran contrincante de la propuesta, como es el sector gremial y empresarial.

Esta reforma laboral que será presentada junto a la pensional, para muchos se puede tornar populista, debido a que se debe medir el impacto que estas modificaciones a la vigente norma laboral tendría en materia de inversión de recursos por parte de los empresarios, que decantaría en el incremento de los índices de desempleo ante el inconformismo de los empresarios por invertir mayores recursos para promover la contratación formal de nuevos trabajadores o empleados.

Temas como el regreso a la jornada nocturna a partir de las seis (6) de la tarde implicaría que las horas trabajadas entre las 6 y las 8 de la noche sean pagadas un 35 por ciento más de lo devengado actualmente. En los días festivos, una hora de trabajo podría tener un aumento entre el 14 y el 33 por ciento, teniendo en cuenta si la jornada es diurna o nocturna, lo que conduciría a recuperar lo que se eliminó con la Ley 789 de 2002, la cual no generó mayor empleo durante los siguientes años.

Estas mínimas propuestas tendrían un impacto en materia presupuestal en sectores como el turismo, la hotelería, el comercio y el turismo, entre otros. Hasta dónde están dispuestos los empresarios a “darse la pela” con el retorno de estos beneficios para los trabajadores? Pagaría por ver este interesante “round” tripartita entre Gobierno, trabajadores y empresarios, con un juez poco imparcial y objetivo como el Congreso de la República.

Surge otro interrogante con relación al futuro de la generación de empleo y nuevas vacantes laborales en nuestra bella Colombia, y es la alta tasa de desempleo a nivel nacional, por encima de dos dígitos, 13,7 por ciento, más exactamente, sin que se asomen propuestas aterrizadas que permitan abrir un panorama formal en materia laboral y a las cuales deseen involucrarse los gremios a sabiendas de que están expuestos a invertir mayores recursos en contratación y mano de obra sin encontrar beneficios en materia fiscal para amortiguar dicho gasto.

Los expertos en el tema económico aseguran que al plantear una reforma laboral como la que quiere proponer la actual administración, conduce a encarecer los costos laborales, que desencadenaría reajustes adicionales a los precios de los productos y servicios que comercializan, y cuyo destino final sería una disparada inflacionaria que haría insostenible el mercado empresarial.

Para los trabajadores formales, las propuestas planteadas por el Gobierno son llamativas, y pueden resultar favorables para aquellos empleados que gozan de una estabilidad laboral y que cuentan con todos los requisitos y prestaciones laborales de ley. La reducción de la jornada laboral a 42 horas abre un espectro de cultura laboral con una incidencia en el entorno social de los trabajadores, pero a su vez con un efecto negativo hacia el conglomerado nacional que tendría que aportar un 35% más de sus recursos destinados al tema de planta de personal para apalear estas posibles modificaciones.

Ingredientes como el encarecimiento del crédito, la inseguridad jurídica, la inflación, los escándalos políticos y la poca rentabilidad dan para pensar si estamos en el momento adecuado de emprender una reforma laboral que se puede convertir a corto plazo en una “bomba de tiempo” para la economía del país, no solamente para los empresarios, sino para el sector laboral, quienes podrían ver limitadas sus oportunidades laborales ante la poca expectativa para contratar mano de obra con todas las de la ley.

Y ni qué pensar de la informalidad, la cual aumenta la crisis en el sector salud y dispara el hueco pensional, la sobreoferta de fuerza de trabajo por la migración y estadía de extranjeros, que son factor preponderante al momento de hacer una valoración aterrizada sobre el futuro del empleo en Colombia y las posibles alternativas para disminuir los altos índices de personas sin un empleo o en su defecto el alto porcentaje de personas que acuden al rebusque para sobrevivir, teniendo en cuenta que escenarios como la calle, los hogares, el mundo digital y los espacios públicos, se convirtieron durante los últimos años en los puntos principales que concentran gran parte del potencial laboral del país.

Otra incertidumbre se centra en el papel que jugarán las Cajas de Compensación Familiar en esta nueva reforma laboral y pensional, en la medida de si se tocaría el 4 por ciento que perciben por concepto de aportes de Seguridad Social, buscando alternativas que permitan mayor competitividad y una mejor economía de escala.

Y ni qué decir del enigma que generará la reglamentación de las relaciones laborales de las plataformas digitales, que se han convertido en una alternativa de empleo y supervivencia que sigue a la deriva ante el temor que genera reglamentar este mecanismo, donde en un comienzo no se contempla a las plataformas de transporte, sino únicamente a las de reparto y domicilio.

Finalmente, este panorama laboral lo trasladamos a la capital de la República, en cuyo último informe del DANE arroja un desempleo del 12%, con una informalidad del 32.5 %, lo cual quiere decir que el

Distrito Capital cuenta con 523.172 desempleados, mientras que el número de personas ocupadas fue de 3 millones 829 mil sesenta y cinco personas.

Hago énfasis en estas cifras porque surge la inquietud del aporte para la ciudad que tendría en materia laboral y de generación de empleo la propuesta en esta materia que se presentará en los próximos días ante el Congreso de la República, teniendo en cuenta que el sector privado genera el 94 por ciento del empleo en Bogotá D.C., y el 66.7% del empleo en la capital es asalariado.

Por si fuera poco, la capital concentra el 17 % de los ocupados del país, lo cual representa la quinta parte del empleo nacional, cifras que dejan en el ambiente laboral si Bogotá se beneficiaría con la aplicabilidad de una posible nueva reforma laboral que podría cambiar, sin discusión alguna, el panorama del sector empresarial como máximo generador de empleo. La tarea en el estudio de esta reforma está centrada en encontrar la fórmula mágica que permita al sector privado mantener esta amplia fuerza en materia de generación de empleo y que a su vez tenga un gran impacto para la disminución de la informalidad, tarea nada fácil para la comisión tripartita y para un Congreso de la República que se juega, en su primer año de actividades legislativas, gran parte de su prestigio de cara al futuro laboral de un país estancado en una “burbuja” de incertidumbre sobre su futuro económico, fiscal, político y laboral a mediano y corto plazo.Preocupa que no se hable de procesos de innovación, proyectos productivos y reales, programas para generar empleo, a nivel estatal y privado, para combatir la desigualdad, la inequidad y la pobreza. Además, que genera mayor inquietud e incertidumbre si la llamada economía popular del actual gobierno no amplía el desempleo y la informalidad en Bogotá

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